26 años y abogado del Estado

Foto de Diego, abogado de 26 años

El asturiano Diego Abaitua ha obtenido una de las 14 cotizadísimas plazas en liza. «Nosotros elegimos opositar, pero es muy duro. Yo viví dos años secuestrado en Madrid, estudiando 12 horas al día de domingo a viernes»

Cuenta que cuando se acercó a mirar la lista de admitidos le temblaban las piernas. Era el momento decisivo, dos años después de haber comenzado a estudiar y seis meses más tarde de aquel primer ejercicio que daba el pistoletazo de salida a sus primeras oposiciones a la Abogacía del Estado. Y cuando Diego Abaitua, de Oviedo, con los 26 años aún calentitos, vio su nombre entre los 14 elegidos, aun no daba crédito a lo conseguido. Aún sigue sin creérselo. Había logrado sobrevivir a los mejores en el primer intento, sin sucumbir a las 12 horas diarias de estudio durante los eternos 24 meses sin verano ni Navidad ni fines de semana. Hoy está de regreso, en casa, para celebrarlo y preparar su primer destino: Alicante. Lo suficientemente cerca de Madrid para visitar a la novia y lamentablemente alejado de Asturias como para no venir con la frecuencia que quisiera. Pero es joven hombre de retos. Ése será su próximo objetivo.

26 años y abogado del Estado en el primer ensayo. ¿Qué hay que tener para hacer eso?

Una dedicación exclusiva al estudio. Ya sé que es lo que siempre se dice, pero es que en realidad lo encierra todo, porque al final la clave del éxito está en uno mismo. Es un sacrificio tremendo, estudiando de domingo a viernes ininterrumpidamente 12 horas diarias el primer año y entre 15 y 16 el segundo, cuando ves acercarse los exámenes. En Año Nuevo estaba estudiando, en Navidad estaba estudiando, en agosto estaba estudiando. Somos mayorcitos cuando decidimos opositar, pero renunciar a los amigos, al fin de semana, es especialmente duro. ¡Yo estaba secuestrado en Madrid!, porque un día no te da para nada. A lo sumo, para ir a comer a Toledo.

Pero cerebrito se necesita, porque el Premio Extraordinario Fin de Carrera no lo regalan.

Yo estudié en el Meres y nunca fui de los primeros de la clase ni nada. En la PAU saqué un notable y me fui a Madrid, a estudiar Derecho y Bolsa al Instituto de Estudios Bursátiles, y a partir de ahí cambió todo. Una buena elección de la carrera es determinante en los resultados.

Pero su padre es abogado y tiene despacho. ¿Por qué algo tan duro como la Abogacía del Estado?

Él siempre quiso que volara solo y a mí me pareció que la oposición es el único medidor real del mérito y la capacidad. En el resto ya entra el enchufismo y el amiguismo. Pero no tuve claro hasta el final qué hacer. También me llamaba mucho la atención ser letrado del Consejo de Estado, pero ahí lo que inclinó la balanza fue la convocatoria de plazas. Salieron 14 para Abogacía del Estado y me decidí. También ayudó mucho el apoyo de mi novia, porque oposición y relación son incompatibles.

Entre 460 temas, alguno habrá que se le haya cruzado...

Siempre hay alguno, pero es un lujo que no te puedes permitir. Si no lo dominas en dos horas, tendrás que echarle cuatro o cinco o seis, porque si no, no apruebas. Los dos primeros ejercicios, los teóricos de esos 460 temas, son orales y eso añade un estrés mayor, así que tienes que ir a tope. Es como un reto y al final acabas sabiéndolo mejor que los demás.

¿Con cuántos se midió?

Empezamos 250. En el primer ejercicio quedamos 55 y en el segundo, 26. En el tercero éramos los mismos, porque en el idioma no fueron muy exigentes, y en el cuarto, que era el primero de los prácticos, éramos 17 para las 14 plazas del último.

¿No te tembló la mano al sacar las bolas del temario?

Sí, claro, sacas siete al azar y no puedes renunciar a ninguna, pero yo no tenía vinculado el número con el tema, así que el 3 ó el 7 no me decían nada. Después, cuando comprobé cuáles eran, me sobrepuse bien, pero es duro, muy duro. Como las 10 horas de los ejercicios prácticos, encerrados en una habitación donde te meten hasta la comida. Pero lo que de verdad me temblaban eran las piernas cuando fui a ver la lista de los resultados. Era tremendo ver a los chicos que se quedaron fuera, porque no te sirve de nada lo que hiciste. Empiezas de cero la próxima vez.

¿Se habría vuelto a presentar si no hubiera sacado la plaza?

Yo me había puesto como tope dos oportunidades para no estar toda la vida opositando, para tener vida, pero ahora, la verdad, no sé lo que habría hecho. Quizá una tercera.

¿Y ahora, qué?

Elegí Alicante entre Coruña, Cádiz, Las Palmas y Teruel. Me incorporo la semana próxima. Es demasiado lejos de aquí. Es lo único que siento.

Fuente: elcomercio.es